Requiem [Blu-ray]
形式: Blu-ray
ジャンル | Classical, Music Video & Concerts |
フォーマット | クラシック |
コントリビュータ | Teatro Alla Scala Di Milano, Ba |
言語 | ラテン語 |
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商品の説明
ヴェルディ生誕200年、スカラ座来日記念盤。 バレンボイム指揮の下、綺羅星のごとき歌手が集結した新録音! ヴェルディ生誕200年のシーズン開幕直前に演奏された超豪華レクイエム! ハルテロス、ガランチャ、カウフマン、パーぺ・・・歌手陣の豪華な顔ぶれを見るだけで垂涎もののレクイエムが登場!昨年8月、スカラ座の新シーズン開幕を前に行われたヴェルディのレクイエムは、作曲家生誕200年のシーズンを迎えるにふさわしい超豪華なメンバーによる演奏となり、集まった超満員の聴衆を魅了しました。このアルバムはそのライヴ映像。2012年からスカラ座の音楽監督に就任したバレンボイムのもと、全演奏者がひとつになって奏でた感動の名演を迫力ある映像でお届けします。 「ユニバーサル・ミュージック/IMS」
登録情報
- アスペクト比 : 1.78:1
- メーカーにより製造中止になりました : いいえ
- 言語 : ラテン語
- 製品サイズ : 1.78 x 19.05 x 13.72 cm; 58.97 g
- EAN : 0044007438084
- メディア形式 : クラシック
- 発売日 : 2013/9/2
- 出演 : Teatro Alla Scala Di Milano, Ba
- 字幕: : 英語, フランス語, ドイツ語
- 販売元 : Decca
- ASIN : B00DIZS4LQ
- ディスク枚数 : 1
- Amazon 売れ筋ランキング: - 133,262位DVD (DVDの売れ筋ランキングを見る)
- - 410位交響曲・管弦楽曲DVD
- - 5,346位ブルーレイ ミュージック
- カスタマーレビュー:
-
トップレビュー
上位レビュー、対象国: 日本
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2018年11月12日に日本でレビュー済み
Amazonで購入
素晴らしい、この4人独唱者は現代最高、またバレンボイムさんの指揮ぶり厳しく入念。スカラ座管弦楽団、合唱団はバレンボイム常任になって以来の充実ぶりに感動してます。1昨年来日の放送を聞いた時にも思わず昔のカラヤンさんの録画を何年ぶりかで開き比べ、さらに今回のこのデッカ盤では映像録音ともに素晴らしく大音響で聞き、ヴェルディの至高の音楽に心身没入の感覚を味わいました。
2021年4月5日に日本でレビュー済み
Amazonで購入
ダニエル・バレンボイム氏がミラノ・スカラ座音楽監督就任後の2012年8月27日、スカラ座にて収録。
1080iHDだが4Kアップコンバートで観ればかなり綺麗な画質で愉しめる。ズームでは細部まで映り込んでいて、画質にこだわる人には嬉しいクオリティです。
音声はSTEREOかdts-HD Master Audioが選択可能。スカラ座ではバルコニーボックス席にもトランペット奏者がいて、dts-HDで再生するとバルコニーボックス方向から楽器の音が聴こえ、スカラ座の臨場感を少し体感できる。ダイナミックレンジが広くオーケストラの繊細な音と重厚な音を破綻なく収録してある。
ヴェルディのレクイエムは歌唱が多いので歌唱を聴きたい人にはお勧めできる。私個人的にはフォーレやモーツアルトのようにオーケストラの演奏が多いレクイエムが好きで、特にフォーレのレクイエムの中でも大野和士さんがサグラダファミリアで収録したNHK BS4Kで放送されたものとパーヴォ・ヤルヴィさんがパリ交響楽団で収録したBru-rayが気に入っている。
レクイエムの映像ソフトは少なく、このソフトは大変貴重で、レクイエムが好きな方にはお勧めです。
1080iHDだが4Kアップコンバートで観ればかなり綺麗な画質で愉しめる。ズームでは細部まで映り込んでいて、画質にこだわる人には嬉しいクオリティです。
音声はSTEREOかdts-HD Master Audioが選択可能。スカラ座ではバルコニーボックス席にもトランペット奏者がいて、dts-HDで再生するとバルコニーボックス方向から楽器の音が聴こえ、スカラ座の臨場感を少し体感できる。ダイナミックレンジが広くオーケストラの繊細な音と重厚な音を破綻なく収録してある。
ヴェルディのレクイエムは歌唱が多いので歌唱を聴きたい人にはお勧めできる。私個人的にはフォーレやモーツアルトのようにオーケストラの演奏が多いレクイエムが好きで、特にフォーレのレクイエムの中でも大野和士さんがサグラダファミリアで収録したNHK BS4Kで放送されたものとパーヴォ・ヤルヴィさんがパリ交響楽団で収録したBru-rayが気に入っている。
レクイエムの映像ソフトは少なく、このソフトは大変貴重で、レクイエムが好きな方にはお勧めです。
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Fernando Lopez Vargas-Machuca
5つ星のうち5.0
Verdi gótico
2018年2月6日にスペインでレビュー済みAmazonで購入
En este su segundo acercamiento discográfico a la obra, Barenboim no deja de recordar a Sir John Barbirolli por la lentitud generalizada dcon que la aborda, lentitud no solo clarificadora –todas las líneas están maravillosamente expuestas– sino también generadora de una atmósfera particularmente densa, siniestra y opresiva. La diferencia es que mientras el director londinense apuesta por el nihilismo más desolado, con el de Buenos Aires hay espacio para la espiritualidad; una espiritualidad digamos que “profana” –no sé hasta qué punto es válida la contradicción–, cargada de esa sensualidad tan particular de Barenboim en su “estilo tardío”, que más que apelar a una divinidad parece atender a la voluntad de trascendencia del ser humano sin necesidad de un “más allá”, lo que por otra parte no parece casar mal con lo que sabemos de la vida religiosa –más bien escasa– de Giuseppe Verdi.
Todo esto lo lleva Barenboim a cabo con un fraseo admirablemente natural y muy flexible, de amplia cantabilidad, elevado sentido del color y no pocos detalles creativos, por descontado que ajeno a la retórica vacua que amenaza en los pasajes menos inspirados de la partitura, que haberlos los hay, aunque también es cierto que sin ofrecer la garra electrizante de otros maestros. La de Barenboim es más bien una interpretación “de anciano director” en el mejor de los sentidos, dicha no desde la inmediatez operística (lo que no impide que haya momentos encrespadísimos: escuchen el “Tuba mirum” que les he dejado abajo) sino desde la más emocionada reflexión, una actitud que desde luego contagia a los cuatro miembros del elenco vocal.
Este tiene la insuficiencia común de la falta de italianidad, pero resulta no solo homogéneo sino de nivel altísimo. Anja Harteros, sin llegar a las alturas estratosféricas de la Caballé, resuelve su parte con un canto excelente y gran convicción expresiva. Elina Garança, un pelín justa por abajo pero seduciendo con su hermosísima voz. René Pape empieza a estar algo mayor –flaquean las notas más graves, y en un momento aislado aparece la “castaña en la boca”–, pero aun así canta francamente bien y sigue exhibiendo la línea de enorme sensibilidad, nada cavernosa, siempre sincera y admirablemente matizada, con que ya convenciera en la espléndida grabación de 2009 dirigida por Antonio Pappano (también con la Harteros, por cierto, que ahora está mejor).
La gran sorpresa es Kaufmann, con las peculiaridades vocales de siempre pero luciendo una expresividad no solo valiente, sino también, sin dejar se ser suplicante cuando debe, muy angustiada y rebelde: su “Ingemisco” parece todo un desafío ante Dios. Tremendo. El coro se comporta de manera más que satisfactoria bajo la dirección del veterano Bruno Casoni; expresivamente, Barenboim lo matiza con mil y un detalles a través de una gestualidad mucho más amplia y “sobreactuada” de lo que en él es habitual. La orquesta no es precisamente de más brillantes de Europa, pero la ejecución es impecable y su sonido “verdiano a la Muti” se mantiene sin dejar de añadir una morbidez más del gusto de Barenboim.
La realización de Andy Sommer resulta muy original, sin llegar a ser tan “movida” como la de las sonatas de Beethoven del propio Barenboim; la planificación es creativa, muy atenta a la referida gestualidad del director pero también al rostro emocionadísimo de Anja Harteros en el “Libera Me”. La calidad de imagen del Blu-ray puede decepcionar un tanto: saturada de color y con movimientos algo artificiales.
La toma sonora sí es sensacional en definición tímbrica, equilibrio de planos y gama dinámica; el multicanal en principio parece que no va a ser tal, porque los aplausos del público suenan por delante, no detrás, pero las trompetas del “Tuba mirum” –tremendas, por cierto– situadas en los palcos del Teatro alla Scala lo hacen donde deben hacerlo, y siempre tras las grandes explosiones sonoras se escucha la reverberación de sala por los canales surround. Admirable la manera de recoger los pianissimos que consigue Barenboim. Y los graves son impresionantes: ¡tremendo el bombo!
Disfrute sonoro pleno, pues, para una enorme versión de esta obra maestra que les recomiendo que no se pierdan.
Todo esto lo lleva Barenboim a cabo con un fraseo admirablemente natural y muy flexible, de amplia cantabilidad, elevado sentido del color y no pocos detalles creativos, por descontado que ajeno a la retórica vacua que amenaza en los pasajes menos inspirados de la partitura, que haberlos los hay, aunque también es cierto que sin ofrecer la garra electrizante de otros maestros. La de Barenboim es más bien una interpretación “de anciano director” en el mejor de los sentidos, dicha no desde la inmediatez operística (lo que no impide que haya momentos encrespadísimos: escuchen el “Tuba mirum” que les he dejado abajo) sino desde la más emocionada reflexión, una actitud que desde luego contagia a los cuatro miembros del elenco vocal.
Este tiene la insuficiencia común de la falta de italianidad, pero resulta no solo homogéneo sino de nivel altísimo. Anja Harteros, sin llegar a las alturas estratosféricas de la Caballé, resuelve su parte con un canto excelente y gran convicción expresiva. Elina Garança, un pelín justa por abajo pero seduciendo con su hermosísima voz. René Pape empieza a estar algo mayor –flaquean las notas más graves, y en un momento aislado aparece la “castaña en la boca”–, pero aun así canta francamente bien y sigue exhibiendo la línea de enorme sensibilidad, nada cavernosa, siempre sincera y admirablemente matizada, con que ya convenciera en la espléndida grabación de 2009 dirigida por Antonio Pappano (también con la Harteros, por cierto, que ahora está mejor).
La gran sorpresa es Kaufmann, con las peculiaridades vocales de siempre pero luciendo una expresividad no solo valiente, sino también, sin dejar se ser suplicante cuando debe, muy angustiada y rebelde: su “Ingemisco” parece todo un desafío ante Dios. Tremendo. El coro se comporta de manera más que satisfactoria bajo la dirección del veterano Bruno Casoni; expresivamente, Barenboim lo matiza con mil y un detalles a través de una gestualidad mucho más amplia y “sobreactuada” de lo que en él es habitual. La orquesta no es precisamente de más brillantes de Europa, pero la ejecución es impecable y su sonido “verdiano a la Muti” se mantiene sin dejar de añadir una morbidez más del gusto de Barenboim.
La realización de Andy Sommer resulta muy original, sin llegar a ser tan “movida” como la de las sonatas de Beethoven del propio Barenboim; la planificación es creativa, muy atenta a la referida gestualidad del director pero también al rostro emocionadísimo de Anja Harteros en el “Libera Me”. La calidad de imagen del Blu-ray puede decepcionar un tanto: saturada de color y con movimientos algo artificiales.
La toma sonora sí es sensacional en definición tímbrica, equilibrio de planos y gama dinámica; el multicanal en principio parece que no va a ser tal, porque los aplausos del público suenan por delante, no detrás, pero las trompetas del “Tuba mirum” –tremendas, por cierto– situadas en los palcos del Teatro alla Scala lo hacen donde deben hacerlo, y siempre tras las grandes explosiones sonoras se escucha la reverberación de sala por los canales surround. Admirable la manera de recoger los pianissimos que consigue Barenboim. Y los graves son impresionantes: ¡tremendo el bombo!
Disfrute sonoro pleno, pues, para una enorme versión de esta obra maestra que les recomiendo que no se pierdan.

Gerhard P. Knapp
5つ星のうち5.0
A Great Requiem
2014年3月20日にアメリカ合衆国でレビュー済みAmazonで購入
I have always treasured Giulini’s 1964 reading of Verdi’s Manzoni Requiem (with his dream team of soloists: Schwarzkopf – Ludwig – Gedda -- Ghiaurov) and perhaps used it as a subconscious “blueprint” when appreciating other performances, either live or recorded. On DVD, my favorite has been Abbado’s deeply felt and searing 2001 recording with the Berliner Philharmoniker, still in very good sound and more than respectable video. Maazel’s more recent interpretation with the Symphonica Toscanini (2007, see my review) I found disappointing. Yes, this is the verbatim beginning of my comments on Gustavo Dudamel’s new Verdi Requiem – and I repeat it here, as I want to put my cards on the table for the following review of Daniel Barenboim’s almost simultaneously released recording. I will not even attempt to compare the two readings: they are vastly different in their respective conceptions, but equally fine.
The Requiem was recorded live in August 2012 at the Teatro alla Scala, an immense theatre, and the challenges for both sound engineers and film crew must have been severe. I respectfully disagree with some fellow-reviewers and find both the audio and the video for the most part very good, if not always outstanding. Not only are the Scala acoustics tamed and focused quite well, the video is relatively sharp, given the difficulty of recording placement and angle. The camera work, however, is not entirely to my satisfaction: too many long shots on the maestro – the soloists rightly get plenty of attention – and the very fine, huge Coro del Teatro alla Scala, too little focus on the orchestra musicians who play very well indeed. One should not forget that Verdi could be a brilliant orchestrator: the Requiem is ample proof of this. The repeated pans through the theatre are useless and annoying.
Barenboim has a stellar quartet of soloists with Anja Harteros, Elina Garanca, Jonas Kaufmann and René Pape, and they give their all for his monumental reading of the score. Harteros, Kaufmann and Pape – the latter despite a few quirky pronunciation glitches – are thoroughly familiar with Verdi, Garanca seems somewhat in awe at times, but carries her part very well. What she may occasionally lack in sheer vocal power (at least on this particular evening), she amply makes up with musical beauty. From the first hushed notes of the Kyrie through the overwhelming cataclysm of the Dies Irae, a stupendous Mors stupebit, a highly expressive Liber scriptus – Garanca shining out – and Quid sum miser with an exquisite dialogue of Harteros and Kaufmann, the quartet perfect in Salva me and a wonderful Recordare – listen to the angelic duet of soprano and mezzo – to one of the finest tenor solos on record in the Ingemisco, you will be spellbound with this performance. Barenboim conducts his large forces with intense concentration, and even during those moments when he seemingly gives them free rein, there is no doubt that all is painstakingly rehearsed. Among the many high points there is a formidable Lacrymosa punctuated by percussion, a glittering tenor solo in the Hostias, the festive Sanctus and hushed Agnus Dei with both female soloists tender and moving… I could go on and on, but listen for yourself. This is Daniel Barenboim’s Requiem. And it is a great Requiem, here to stay with us for many years to come.
The Requiem was recorded live in August 2012 at the Teatro alla Scala, an immense theatre, and the challenges for both sound engineers and film crew must have been severe. I respectfully disagree with some fellow-reviewers and find both the audio and the video for the most part very good, if not always outstanding. Not only are the Scala acoustics tamed and focused quite well, the video is relatively sharp, given the difficulty of recording placement and angle. The camera work, however, is not entirely to my satisfaction: too many long shots on the maestro – the soloists rightly get plenty of attention – and the very fine, huge Coro del Teatro alla Scala, too little focus on the orchestra musicians who play very well indeed. One should not forget that Verdi could be a brilliant orchestrator: the Requiem is ample proof of this. The repeated pans through the theatre are useless and annoying.
Barenboim has a stellar quartet of soloists with Anja Harteros, Elina Garanca, Jonas Kaufmann and René Pape, and they give their all for his monumental reading of the score. Harteros, Kaufmann and Pape – the latter despite a few quirky pronunciation glitches – are thoroughly familiar with Verdi, Garanca seems somewhat in awe at times, but carries her part very well. What she may occasionally lack in sheer vocal power (at least on this particular evening), she amply makes up with musical beauty. From the first hushed notes of the Kyrie through the overwhelming cataclysm of the Dies Irae, a stupendous Mors stupebit, a highly expressive Liber scriptus – Garanca shining out – and Quid sum miser with an exquisite dialogue of Harteros and Kaufmann, the quartet perfect in Salva me and a wonderful Recordare – listen to the angelic duet of soprano and mezzo – to one of the finest tenor solos on record in the Ingemisco, you will be spellbound with this performance. Barenboim conducts his large forces with intense concentration, and even during those moments when he seemingly gives them free rein, there is no doubt that all is painstakingly rehearsed. Among the many high points there is a formidable Lacrymosa punctuated by percussion, a glittering tenor solo in the Hostias, the festive Sanctus and hushed Agnus Dei with both female soloists tender and moving… I could go on and on, but listen for yourself. This is Daniel Barenboim’s Requiem. And it is a great Requiem, here to stay with us for many years to come.

mogli
5つ星のうち5.0
Marvellous
2014年1月3日にカナダでレビュー済みAmazonで購入
I loved all the soloist. Barenboim is amazing, the chorus and orchestra great, the acoustic and the setting magic. I cannot find any fault in this amazing performance.

Paolo Francesco Steri
5つ星のうち5.0
Un requiem per gli italiani
2013年12月18日にイタリアでレビュー済みAmazonで購入
Le circostanze in cui Verdi scrisse la sua opera più grande, la celeberrima messa da Requiem sono in se stesse straordinarie: dapprima compose l'ultimo movimento della messa il Libera me per la morte di Rossini poi completò l'opera per dedicarla al sommo genio letterario Italiano Alessandro Manzoni.Un evento che secondo Verdi non era stato sufficientemente enfatizzato. Verdi fu nel corso di tutta la sua esistenza combattuto tra agnosticismo e fede ed è quanto trapela nella composizione di un requiem che alterna drammaticamente momenti di fede genuina ad altri di disperazione. Evidentemente la morte di Manzoni rappresentò per verdi una drammatica smentita delle speranze riposte nel movimento rinascimentale, ed infatti ciò che vi domina è la percezione terribile di un'incolmabile vuoto intellettuale: il nulla esorcizzato e temuto in più punti della partitura.
La morte priva l'umanità di grandi personaggi e lascia un vuoto culturale immenso. La morte di Rossini e di Manzoni in un secondo momento rappresentano drammaticamente la morte della dignità italiana faticosamente riconquistata dopo tante storiche umiliazioni, un'opera quindi universale ed individuale al tempo stesso. Ma soprattutto un'opera Italiana, il requiem italiano per antonomasia, proprio come la Grande messe des morts di Berlioz dedicata agli eroi della rivoluzione francese morti in battaglia rappresenta il requiem francese per antonomasia. Di ciò dobbiamo essere grati a Verdi! Il requiem di Verdi nella sua accezione originaria era un'opera collettiva e non individuale perchè Verdi avrebbe voluto che diversi artisti italiani partecipassero alla stesura della messa per Rossini: un requiem degli italiani e non di un italiano dunque! Anche nella lingua l'impressione è che Verdi abbia voluto comporre un'opera Italiana, i soli ed il coro cantano in Latino, ma è come se lo facessero in Italiano tanta è l'enfasi emotiva e la passione con cui lo fanno. Di questo stupefacente requiem italiano, sublime e disperato, Baremboim ci restituisce in questo bellissimo blu ray un'esecuzione commossa ed accorta
La morte priva l'umanità di grandi personaggi e lascia un vuoto culturale immenso. La morte di Rossini e di Manzoni in un secondo momento rappresentano drammaticamente la morte della dignità italiana faticosamente riconquistata dopo tante storiche umiliazioni, un'opera quindi universale ed individuale al tempo stesso. Ma soprattutto un'opera Italiana, il requiem italiano per antonomasia, proprio come la Grande messe des morts di Berlioz dedicata agli eroi della rivoluzione francese morti in battaglia rappresenta il requiem francese per antonomasia. Di ciò dobbiamo essere grati a Verdi! Il requiem di Verdi nella sua accezione originaria era un'opera collettiva e non individuale perchè Verdi avrebbe voluto che diversi artisti italiani partecipassero alla stesura della messa per Rossini: un requiem degli italiani e non di un italiano dunque! Anche nella lingua l'impressione è che Verdi abbia voluto comporre un'opera Italiana, i soli ed il coro cantano in Latino, ma è come se lo facessero in Italiano tanta è l'enfasi emotiva e la passione con cui lo fanno. Di questo stupefacente requiem italiano, sublime e disperato, Baremboim ci restituisce in questo bellissimo blu ray un'esecuzione commossa ed accorta

Carmen
5つ星のうち5.0
"La critique est aisée mais l'art est difficile".
2013年11月25日にフランスでレビュー済みAmazonで購入
Entendre, c'est bien mais voir outre qu'entendre, c'est mieux.
Ainsi, mon incompréhension du dénigrement en coupe réglée dont a fait ça et là l'objet cette version du Requiem de Giuseppe Verdi que je n'ai d'abord découverte qu'avec son enregistrement discographique est-elle totalement achevée mais surtout éclairée avec ma découverte de sa représentation vidéographique.
Une représentation magnifique et "questionnante".
Si le propre de la dimension universelle d'une œuvre d'art est de la faire échapper à ses frontières originelles, il reste qu'il est toujours fascinant qu'une œuvre musicale, sacrée de surcroît et à ce point "génétiquement" empreinte d'italianité que l'est le Requiem de Giuseppe Verdi, puisse être appropriée et "métabolisée" avec tant de force et de grâce par des artistes dont les racines et la culture lui sont "étrangères" : un chef doté de trois nationalités, argentine, israélienne et espagnole, outre d'un passeport palestinien "honoris causa", trois chanteurs allemands (Anja Harteros, Jonas Kaufmann et René Pape), une chanteuse lettone (Elina Garanca).
Ici, seuls l'orchestre et les chœurs sont d'Italie, de Milan plus précisément, c'est beaucoup mais cela pourrait être trop peu or cela ne l'est pas, on est bien dans le cœur de l'osmose musicale, artistique et spirituelle qui abolit toutes les frontières innées et/ou acquises, qui les pulvérise dans le sable impalpable et fluide d'un élan, d'une inspiration, d'une adhésion intime à la pure beauté et à la puissance secrète de l'œuvre interprétée.
En regard de la discographie et de la vidéographie pléthoriques qui nous sont proposées pour cette œuvre hors normes (une pléthore qui en dit long sur l'attrait sans relâche qu'elle exerce), il va de soi que la fête des préférences bat son plein, que l'embarras du choix règne, mais dans le cas particulier, s'agissant d'un tel chef d'œuvre, pourquoi choisir en ce sens que choisir, c'est renoncer, et surtout, pourquoi exclure ?
Oui, décidément, la preuve par les yeux faite, j'affirme que cette version du Requiem de Giuseppe Verdi ne mérite en rien d'être reléguée au rayon obscur des surabondantes ou des fourvoyées, ni par comparaison avec ses innombrables devancières, ni dans ses valeurs intrinsèques.
Elle est magnifique, tout simplement.
Magnifique de musicalité, d'humanité, d'intériorité et de noblesse.
Dirigée par un immense musicien mais pas seulement un immense musicien, bien plus que cela, un citoyen du monde qui a à lui seul prouvé, par son histoire et par ses choix, que "la musique est la mémoire du monde et de l'amour".
Interprétée par quatre chanteurs d'exception, vocalement splendides, artistiquement intelligents et humbles, ce qui va d'ailleurs de pair.
Et puis, pour nous qui n'étions pas sur place, dans l'ambiance vivante et charnelle de cette représentation, une compensation : la très belle manière dont elle est filmée, avec des vues qui nous font frôler le visage émouvant de tous les exécutants, choristes, musiciens de l'orchestre et chanteurs solistes, les instruments montrés en gros plan comme des artistes à part entière, détachés de leurs "maîtres", et le chef, habité par sa mission, sobre mais enflammé, jusqu'à cette forte image finale de son poing qui se ferme, comme une résolution, puis de sa main qui s'ouvre, comme une offrande.
Heureusement, les ovations du public, qui n'ont rien de convenu, disent "sans explication de texte" la raison d'être d'une telle représentation.
Et sa jolie morale aussi : "la critique est aisée mais l'art est difficile".
Ainsi, mon incompréhension du dénigrement en coupe réglée dont a fait ça et là l'objet cette version du Requiem de Giuseppe Verdi que je n'ai d'abord découverte qu'avec son enregistrement discographique est-elle totalement achevée mais surtout éclairée avec ma découverte de sa représentation vidéographique.
Une représentation magnifique et "questionnante".
Si le propre de la dimension universelle d'une œuvre d'art est de la faire échapper à ses frontières originelles, il reste qu'il est toujours fascinant qu'une œuvre musicale, sacrée de surcroît et à ce point "génétiquement" empreinte d'italianité que l'est le Requiem de Giuseppe Verdi, puisse être appropriée et "métabolisée" avec tant de force et de grâce par des artistes dont les racines et la culture lui sont "étrangères" : un chef doté de trois nationalités, argentine, israélienne et espagnole, outre d'un passeport palestinien "honoris causa", trois chanteurs allemands (Anja Harteros, Jonas Kaufmann et René Pape), une chanteuse lettone (Elina Garanca).
Ici, seuls l'orchestre et les chœurs sont d'Italie, de Milan plus précisément, c'est beaucoup mais cela pourrait être trop peu or cela ne l'est pas, on est bien dans le cœur de l'osmose musicale, artistique et spirituelle qui abolit toutes les frontières innées et/ou acquises, qui les pulvérise dans le sable impalpable et fluide d'un élan, d'une inspiration, d'une adhésion intime à la pure beauté et à la puissance secrète de l'œuvre interprétée.
En regard de la discographie et de la vidéographie pléthoriques qui nous sont proposées pour cette œuvre hors normes (une pléthore qui en dit long sur l'attrait sans relâche qu'elle exerce), il va de soi que la fête des préférences bat son plein, que l'embarras du choix règne, mais dans le cas particulier, s'agissant d'un tel chef d'œuvre, pourquoi choisir en ce sens que choisir, c'est renoncer, et surtout, pourquoi exclure ?
Oui, décidément, la preuve par les yeux faite, j'affirme que cette version du Requiem de Giuseppe Verdi ne mérite en rien d'être reléguée au rayon obscur des surabondantes ou des fourvoyées, ni par comparaison avec ses innombrables devancières, ni dans ses valeurs intrinsèques.
Elle est magnifique, tout simplement.
Magnifique de musicalité, d'humanité, d'intériorité et de noblesse.
Dirigée par un immense musicien mais pas seulement un immense musicien, bien plus que cela, un citoyen du monde qui a à lui seul prouvé, par son histoire et par ses choix, que "la musique est la mémoire du monde et de l'amour".
Interprétée par quatre chanteurs d'exception, vocalement splendides, artistiquement intelligents et humbles, ce qui va d'ailleurs de pair.
Et puis, pour nous qui n'étions pas sur place, dans l'ambiance vivante et charnelle de cette représentation, une compensation : la très belle manière dont elle est filmée, avec des vues qui nous font frôler le visage émouvant de tous les exécutants, choristes, musiciens de l'orchestre et chanteurs solistes, les instruments montrés en gros plan comme des artistes à part entière, détachés de leurs "maîtres", et le chef, habité par sa mission, sobre mais enflammé, jusqu'à cette forte image finale de son poing qui se ferme, comme une résolution, puis de sa main qui s'ouvre, comme une offrande.
Heureusement, les ovations du public, qui n'ont rien de convenu, disent "sans explication de texte" la raison d'être d'une telle représentation.
Et sa jolie morale aussi : "la critique est aisée mais l'art est difficile".